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Está el País Vasco a la venta ?

Noticias

10/11/2021

Los datos que podemos retener sobre la actividad inmobiliaria de prestigio en la costa vasca son inequívocos: siempre más compradores (tanto para primera residencia como para segunda), un número de mandatos más o menos estable respecto al año pasado. Sin embargo, detrás de esta aparente estabilidad en las ventas, podemos distinguir una cierta disparidad: vendedores reales (herencias, divorcios, mudanzas) de oportunistas, que están aprovechando (o incluso exagerando) la subida de precios.

El País Vasco no está en venta, ya está vendido o El País Vasco no está en venta, ya no hay nada que vender....

« Podríamos hablar durante horas y días sobre este tema tan controvertido. Podríamos responder con un plan analítico, detallando los aspectos / causas / consecuencias / soluciones. La idea es no posicionarse, y menos aún echar leña al fuego, ya que es muy difícil imaginar soluciones realistas », explica Philippe Thomine Desmazures, director de BARNES Costa Vasca.

Las consecuencias de la pandemia son bien conocidas, y han hecho que las grandes ciudades europeas se vacíen de parte de su población... las ciudades medianas, el campo y las localidades costeras atraen a muchas de estas personas.

Sólo el País Vasco (francés) cumple estos tres criterios, y no es de extrañar que la población haya crecido en más de 3.000 personas desde 2020. Esta población urbana dispone de grandes presupuestos, empleos con salarios muy superiores a la media, y provoca un juego de sillas musicales, en el que los mejores postores hacen subir el precio de las propiedades cerca de la costa, y los vendedores reinvierten sus plusvalías un poco más al interior.

« Existen instrumentos de política fiscal o local para limitar la multiplicación de las inversiones en alquiler o para gravar las plusvalías por la venta de segundas viviendas. Pero la presión de la demanda, frente a una oferta muy escasa, sigue haciendo que los precios se disparen. Esto tiende a reequilibrar la cuota de las residencias principales frente a las segundas residencias, en una región históricamente (desde Napoleón III) arrastrada por el mercado de la segunda vivienda', comenta.

El aumento del número de transacciones ha tenido, entre otras, la consecuencia de poner bajo presión a todo el mercado de la construcción y la renovación: arquitectos, urbanistas, artesanos. Este ecosistema no puede satisfacer toda la demanda, y los costes de la mano de obra y las materias primas aumentan, si no hay escasez. Más allá del coste, esto también repercute en los plazos.

 

 

 

Los agentes inmobiliarios consiguen apoderarse de inmuebles infravalorados y aprovechar su experiencia, su conocimiento de los artesanos y proveedores de materiales, su tiempo... para revenderlos con una plusvalía segura, con un régimen fiscal relativamente ventajoso: exención (con condiciones) de los derechos de transmisión (gastos de notaría)

 

El (precario) equilibrio en el que se sitúan las políticas inmobiliarias y urbanísticas va más allá de la cuestión de los precios de los inmuebles y plantea también la cuestión de la bolsa de trabajo, la concesión de permisos de construcción (de viviendas) y el dimensionamiento de las redes de carreteras y de transporte público.

 

« El País Vasco no está en venta, hay que repensarlo y (re)construirlo, manteniendo y respetando las tradiciones que lo convierten en la tierra de la abundancia que tanto amamos », concluye Philippe Thomine-Desmazures.

 

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